Ancestros: Su Teoría...
Memoria Ancestral
...Todos
los ángeles, arcángeles, querubines y
serafines te adoraron el día de tu
nacimiento... Pero de eso, nadie se enteró en la Tierra, excepto las huestes
del mal... Él no tenía más memoria ancestral que la de haber sido herido con la
verdad: Soy el auténtico, el Hijo del Altísimo, el Mesías, el Esquizofrénico
Paranoide... según la ciencia...!!! ¿...?. Haber probado todos los cócteles de
medicamentos imaginados para detener o aliviar esta delicada enfermedad no era
suficiente. Ya que el trastornado insistía
en decir: Soy el último descendiente de la Casa de David, y no se hable
más... Que sus parientes se rían de sus extrañas ideas mesiánicas, no importa,
él no vive ni depende de la fe de nadie, siempre que mantenga un recomendable
equilibrio mental con el trastornado y delirante “más acá”. Todos ellos (o sea, los que dudan del vínculo de nuestro protagonista con la
Divinidad) son solo grandes ignorantes de un gran misterio que custodia la gran
memoria divina, y viven la vida sin recordar el linaje, sin recordar su memoria
ancestral, gran secreto divino; que solamente el verdadero puede descifrar,
porque para eso ha venido al mundo una vez más...
Simiente celeste…
...¿Qué más quieres que haga
por ti Maestro del Universo? ; prosternándose ante Él, el ángel le dijo: te
amo... y estalló inmediatamente en atómicas llamas ardientes. Le contestó el
Mesías: Admiro tu fidelidad hacia mí, pero todavía queda un misterio por
dilucidar, ¿Qué debemos hacer con la gota de semen? ; ¿Por qué me lo preguntas
a mí?, Le dijo el Ardiente, si tú no lo
sabes, Maestro del Universo, ¿Quién lo podrá saber? Entonces en medio del océano se formó una
gran fogata roja y los ángeles llevaron la gota del semen de Dios y la echaron
del frasco en medio destruyéndola para siempre con el fuego, entonando este
cántico: “Adiós Simiente Ancestral, ya
no podrás ser más, hasta aquí ha sido tu recorrido de generación a generación,
eras y ya no serás, suplicio y malicia ya no te coronan; santidad y regocijo
por siempre, en medio del pacto de Dios con el Hombre, de todo se vio en ti:
Simiente Ancestral, pero hasta aquí has de llegar, ya cumpliste tú ciclo
vital... Has sido tú, simiente bendita, el vehículo que Dios usó para tejer una genealogía perfecta, más perfecta
que todas las demás, prístina como el sol, fresca como la lluvia, amarga como
el ajenjo. Tus depositarios han tenido
que pagar un alto precio por contenerte sin saberlo... pero al final se ha
llegado a donde se debe llegar, fueron muchos los vientres, fue mucho el semen
que corrió, pero ya no podrás ser más, ya no podrás procrear más... no te es
licito, no te conviene...”. Entonces
Dios mío, dice el Elegido, qué he de hacer con mi semen, cada vez que eyaculo
me da lástima o remordimiento porque veo que por allí se están yendo hacia la
nada tantos hijos de David, y es que no
puedo dejar de eyacular porque la pulsión sigue allí... una pulsión completamente animal, pero pulsión al
fin... mundo de ensueño y orgía: fantasías sexuales, masturbación y semen... el
semen de Dios... que no está para jugar con Él pero tampoco para reproducirlo
en una nueva creatura. Quizá algún día,
antes de morir, vaya a un banco de
semen...